Risas entre lágrimas

Gonzalo Saavedra, el Mercurio, 11.05.2010

El desolado paisaje con el que comienza el Concierto Nº1 para violín y orquesta de Dmitri Shostakovich (1906-1975) impone un carácter sombrío a toda esta obra, redactada entre 1948 y 1949, un período en el que el compositor sufría la censura estalinista a través del dirigente comunista Andrei Zhdanov, famoso por sus violentos desatinos, y resentía, también, la campaña estatal antisemita en la Unión Soviética de la posguerra. Shostakovich venía de una familia de tradición católica, pero admiraba la cultura y sobre todo la música folclórica judía, en la que veía "casi siempre risas entre lágrimas", según le dijo a Solomon Volkov en Testimonio . Tal vez por eso, este Concierto, compuesto junto con el Ciclo de canciones con poesía del folclor judío, participa de ese humor que mezcla la tristeza de sus movimientos pares y, en los otros dos, una alegría que nunca suena genuina, sino marcada por una ironía áspera, casi macabra.

 

Todos esos registros debió abordar el violinista ucraniano Dima Tkachenko y la Orquesta Sinfónica de Chile, dirigida por el turco Isin Metin, el viernes pasado. Desde la dramática meditación del primer movimiento, en el que Tkachenko imprimió su propia pasión exagerando, casi, el vibrato , hasta la tan bonita Passacaglia, en el que el discurso por momentos se dulcifica, y da paso a la extensa y complejísima cadenza de cuatro minutos largos. Aquí el ucraniano mostró que tiene virtuosismo necesario, pero también un sentido preciso sobre qué entregar en ese pasaje solo y cómo hacerlo. La nutrida orquesta mostró solvencia y equilibrio, y la interpretación se escuchó limpia y comprensible en su complejidad. Como encore , Tkachenko tocó el tema variado del Capricho 24 de Paganini.

 

El programa se completó con la Tercera Sinfonía de Robert Schumann. Aquí, sobre todo en el Lebhaft inicial, sí hay alegría luminosa, en un movimiento que debe estar entre lo mejor que escribió el músico alemán. Metin y la Orquesta Sinfónica fueron excelentes traductores de esta partitura de 150 años que suena magníficamente lozana.